El anuncio de Jesús

El Maestro nos viene a dar una importante y espectacular buena noticia: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca»

Se cumplió el tiempo de la espera, para dar paso al tiempo del poseer. Se cumplió el tiempo de la preparación para dar paso al tiempo del disfrutar. Se cumplió el tiempo de anhelar, para dar paso al tiempo de ver. El tiempo de Dios se manifiesta en Jesús, en su persona y en su presencia. El tiempo del hombre ha sido tocado por el tiempo de Dios. Tocado y transformado. De tiempo estéril a tiempo fecundo, de tiempo limitado a tiempo pleno, de vacío de los tiempo a plenitud de los tiempos. Porque a la vacuidad de nuestra historia, a la esterilidad de la historia humana -siempre ha sido esteril para resolver el dolor humano- ha entrado fecundándola la plenitud de Dios. El tiempo de ser vacíos y estériles se ha cumplido, ha llegado a su fin.

Porque se ha acercado el tiempo del Reino de Dios. La realidad del Reino de Dios está cerca. La realidad del reinado de Dios está cerca. La realeza de Dios se va a manifestar en toda su majestad rompiéndonos todos los esquemas: el rico se hace pobre, el rey nace como vasallo, el Todopoderoso tendrá que escapar para que no lo maten, el que es la Sabiduría tendrá que aprender, el que es la Palabra tendrá que callar... El que es Dios se hizo hombre, y comienza a hablar a los hombres con lenguaje de hombre, con palabras y ejemplos de hombres, con sonrisas y miradas de hombres, con gestos y trabajo de hombres.

El Reino de Dios expresa tanto la realidad de la vida nueva que se tiene bajo el poder del amor infinito de Dios, y también expresa el reinado de Dios, a Dios reinando, a la manifestación de su voluntad regia que quiere el bien de todos los hombres amados por Él, voluntad que es acatada por toda la creación.

Pero Dios no quiere vasallos oprimidos, quiere hijos, hermanos y esposa libres y que por amor estén con Él. No quiere someter a nadie a la fuerza, quiere conquistar con lazos de amor a todos. Quiere hacernos vivir el gozo que se siente cuando se le pertenece, cuando nos hemos unido a Él totalmente, cuando somos guiados por su Espíritu, liberados por su Espíritu, santificados por su Espíritu.

Maravilla de maravillas, que nos deja profundamente boquiabiertos. El Reino de Dios está cerca!!!

Goza de esa noticia, y si no la entiendes, piensa.

Es Dios quien lo dice, escúchalo y cree.

Es Dios quien lo dice y no puede mentir, porque no cabe la mentira en su ser.

Es Dios quien nos lo ha anunciado para que lo supiéramos y nos uniéramos a Él.

Pasa y llama.

Pasa y dice «Sígueme».

Toca y convierte todo a su paso.

De pescadores los transforma en «pescadores de hombres».

De trabajadores a mensajeros.

Muestra y demuestra con sus gestos, con sus actos, con sus acciones, lo que con sus palabras anuncia, revela y predica.
Habrá que dejar las redes de lo que estábamos haciendo, para hacer lo que Él nos diga.

Habrá que dejar las redes para seguirlo.

Habrá que dejar las redes que nos atan para ser libres atándonos porque queramos a su gigantesca red de amor, red que sirve para sacar a los hombres del mar inmenso del mal.
Habrá que dejar el propio proyecto para hacer propio el proyecto del Padre.

El Padre lo ha enviado. Y Él ha cumplido su misión. Nos quiere ahora enviar a nosotros, para transmitir a las generaciones nuevas su Buena Noticia.

Todos la necesitan, aunque no sean conscientes.

Todos la necesitan y si la conocen se alegrarán.

Si la conocen creerán.

Si se las mostramos con valentía, y con verdad, creerán en ella.

Y se unirán, seguirán al Maestro con nosotros.

Habrá que convertir el corazón cerrado e infeliz en un corazón abierto y esperanzado, creyente y obediente, amoroso y servicial, audaz y constante. «Gracias a la constancia salvarán sus vidas». «El que pone la mano en el arado y mira para atrás no sirve para el Reino de Dios».

«Ven y sígueme»

«El Maestro está aquí y te llama».
P. Juan

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